Es posible que te sorprenda descubrir que no trabajo con tarifas predeterminadas. Sí, como tú, necesito dinero para vivir, pero no estoy aquí para hacerme rico. Porque el dinero no lo es todo. Puedes tener la cuenta llena y el alma vacía, y entonces la riqueza se convierte en la más cruel de las pobrezas. Yo ya soy rico, pero no como muchos lo entienden. Soy rico en cicatrices que se hicieron maestras, en batallas que me arrancaron lágrimas, en amaneceres que me devolvieron la esperanza y en cada paso que, con dolor y con fe, me acerca a la versión más honesta de mí mismo.
Lo que te ofrezco no es un servicio más. No soy un terapeuta. No vendo fórmulas mágicas ni frases de manual. Lo que hago nace de haber transitado los mismos desiertos que ahora recorres tú. He sentido el ahogo de la desesperanza, el frío de la soledad y el golpe seco de romperme en mil pedazos. Y también he sentido lo que significa renacer. Por eso sé que lo nuestro no será una charla cualquiera: será un proceso de transformación. Real. Duro a veces. Pero siempre liberador. Porque aquí no se trabaja con guiones: aquí se trabaja con el alma desnuda.
Llegas a mí porque dentro de ti algo grita. Porque sabes que no puedes seguir como estás, que hay un peso que clama por ser liberado. Entonces hablas, lloras, te quiebras. Y en ese quiebre descubres, quizá por primera vez, un refugio donde tu dolor no es juzgado. Donde puedes soltar lo que llevabas arrastrando desde la infancia. Y vuelves. Vuelves porque entiendes que esto no es terapia común: es el viaje hacia tu niño o niña interior, hacia esas heridas que marcaron tu vida pero que ya no tienen derecho a gobernar tu presente.
Créeme: no hay otro camino que mirar hacia dentro. No hay otra salida que atravesar la tormenta. Mi único propósito es tu libertad. Aquí no hay tarifas impuestas ni precios por sesión. El valor de lo que ocurre aquí no se mide en dinero, sino en cómo tu vida cambia, en cómo aprendes a respirar sin cadenas. Si alguna vez sientes el deseo de aportar algo de forma consciente, será bien recibido, pero jamás será condición.
Claro, no todos lo entienden. Las críticas crecen cada día: que si no es serio, que si no encajo en los moldes, que si no sigo las normas del mercado. Y quizá tengan razón en algo: no encajo, porque no vine a repetir lo establecido. Vine a romperlo. A hacer de la sanación un acto humano, no un negocio.
Y, aun con críticas, la verdad se abre camino. Hoy existe una lista de espera de más de dos meses para poder atender a todas las personas que, gracias al boca a boca, llegan hasta mí. Porque lo auténtico no necesita publicidad: se transmite de alma a alma.
Esto no es un negocio. Es mi vocación. Es mi llamada. Es el latido que me recuerda, cada día, que lo que hago no es terapia convencional: es sanación profunda. Es hablar con tu alma, liberarla de un dolor que ya no merece seguir en tu presente.
Quiero que lo experimentes. Que lo vivas. Que te atrevas. Y que después, si lo sientes, lo compartas conmigo. Porque tus palabras pueden ser el faro que guíe a otros a dar el paso que hoy tú te planteas.
Lo que estamos haciendo aquí no es pequeño. Es una revolución silenciosa, que resiste críticas y prejuicios, pero que transforma vidas de una forma tan brutal y verdadera que nadie que la viva volverá jamás a ser el mismo.
🚀 Da tu primer paso hoy
No tienes que cargar más con ese peso.
Tu proceso comienza con una simple decisión: atreverte a sanar.
“Sanar no es un mantra bonito ni un taller para pasar el rato: es cirugía sin anestesia sobre tus viejas excusas.
Si mientras leías sentiste que te estaban desnudando, ya sabes cuál es tu próximo movimiento. No esperes a que alguien te lleve de la mano.”