Cuéntame Cosicas

Puedes llamarme al 868 181 112 o concertar una cita en la página de contacto

Cuando la droga no es el problema… sino el grito de tu alma

Nadie se despierta un día pensando: «Hoy voy a destrozar mi vida».
No. El consumo de drogas no empieza así. Empieza como una búsqueda: de alivio, de olvido, de conexión… o de silencio, cuando el ruido por dentro es insoportable.

La droga no es la raíz. Es el parche.
Es el refugio momentáneo para quien carga con heridas que no se ven, pero que pesan como una montaña.

1. El alivio que dura minutos, pero cobra años

Cuando por dentro arde el dolor —por una pérdida, por un abandono, por un abuso—, lo último que quieres es sentir.
La droga apaga el incendio… pero también apaga la luz. Y cuando pasa el efecto, la herida sigue ahí, más honda, más oscura, más sola.

2. El peso del entorno que empuja hacia el abismo

Si creciste en un hogar donde la violencia, la negligencia o el consumo eran normales, es probable que confundieras el peligro con lo cotidiano.
Y si tu grupo de amigos consume, negarte es casi como renunciar a pertenecer. Así que entras… no porque quieras, sino porque no quieres quedarte fuera.

3. La curiosidad que abre puertas equivocadas

Muchos empiezan “por probar”, por romper la rutina, por sentir algo distinto.
Nadie piensa en la palabra adicción la primera vez. El problema es que esa puerta, una vez cruzada, rara vez se cierra sola.

4. El cuerpo también tiene memoria

Algunos nacen con una predisposición más alta a engancharse. Si en tu familia hubo adicciones, el riesgo es mayor.
Y si tu cerebro produce menos dopamina o serotonina, la droga parece un regalo: de repente, el placer. El problema es que no es tuyo… y te lo cobran caro.

5. La salud mental no atendida

Ansiedad, depresión, traumas… La droga llega como una medicina improvisada.
El problema es que no cura: envenena lento. Y lo que empezó como alivio se convierte en una jaula invisible.

6. Una cultura que vende veneno como libertad

En canciones, películas y redes sociales, el consumo se viste de glamour, de rebeldía o de éxito.
Pero no te enseñan las manos temblorosas al despertar, ni las noches de insomnio, ni el vacío que crece cuando todo se apaga.

Salir no es solo dejar de consumir… es volver a encontrarte

La droga no es tu verdadero problema. Es la forma que encontraste para sobrevivir cuando no sabías cómo hacerlo de otra manera.
Por eso, la salida no es únicamente “dejarlo”. Es sanar. Es aprender a vivir sin anestesia. Es encontrar una razón por la que despertarte y decir: vale la pena estar aquí.

Aquí es donde yo entro en tu historia

No vengo a juzgarte. No vengo a soltarte frases de manual.
Vengo a escucharte. A verte. A recordarte que debajo de todo lo que has vivido, todavía estás tú. Y que no eres “un adicto”: eres una persona con heridas que pueden cerrarse.

Te acompaño a:

  • Descubrir qué hay detrás de tu consumo.
  • Encontrar formas reales de calmar el dolor.
  • Recuperar tu dignidad y tu fuerza.
  • Construir una vida donde tú vuelvas a mandar, no la sustancia.

No te prometo un camino fácil.
Pero sí te prometo esto: no tendrás que caminarlo solo.
Porque si estás leyendo esto, es que todavía queda en ti una parte que quiere vivir… “Sanar no es un mantra bonito ni un taller para pasar el rato: es cirugía sin anestesia sobre tus viejas excusas. Aprende a traducir el lenguaje de tu alma.
Si mientras leías sentiste que te estaban desnudando, ya sabes cuál es tu próximo movimiento. No esperes a que alguien te lleve de la mano.”

⚠️ Nota importante: Este acompañamiento no sustituye la atención médica ni psiquiátrica. La ciencia y la medicina son aliadas fundamentales en este camino. Hay procesos extremos que requieren intervención médica inmediata. El trabajo emocional y espiritual es un complemento que puede aportar comprensión, sentido y herramientas, pero siempre debe ir de la mano con el cuidado profesional cuando la situación lo requiera.