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Todo es Mental. Este es el primer y fundamental Principio Hermético… El Todo es Mente; el Universo es Mental. Todo lo que percibimos, experimentamos, creamos y disolvemos surge de la sustancia de la consciencia. La materia física no es más que pensamiento cristalizado, vibrando a frecuencias más lentas. Antes de la forma, existe la idea; antes del movimiento, existe la intención. Esto significa que el cosmos mismo no está gobernado simplemente por la inteligencia… ES inteligencia.

No eres una mente atrapada en un cuerpo, sino una presencia sin forma que maneja la herramienta de la mente para moldear tu experiencia de la realidad. Esta comprensión cambia el paradigma: no reaccionamos a la realidad, la proyectamos. ¡Tu mundo interior se convierte en la arquitectura sagrada sobre la que se construye tu mundo exterior!

Los otros Principios Herméticos… Correspondencia, Vibración, Polaridad, Ritmo, Causa y Efecto y Género… surgen cada uno del Mentalismo y nos enseñan cómo funciona este universo mental.

La correspondencia, refleja que lo de arriba es como lo de abajo… el macrocosmos refleja el microcosmos.

La vibración, nos recuerda que nada descansa y que todo se mueve… incluidos los pensamientos y las emociones.

La polaridad, enseña que todas las verdades son medias verdades y cada extremo contiene su opuesto… así como el amor y el odio son la misma energía en diferentes frecuencias.

El ritmo, nos muestra que la vida se mueve en mareas, en ciclos y en espirales, nunca verdaderamente lineal.

Causa y Efecto, apunta a que cada acción tiene un eco, ya sea visto o invisible.

Y finalmente, Género enseña que todo contiene los principios masculinos y femeninos en su interior… no en términos de biología, sino en términos de energía arquetípica: lo activo y receptivo, lo directivo y lo nutritivo, la semilla y el útero.

Cuando aplicamos estos principios conscientemente, ya no nos sentimos impotentes. Empezamos a reconocer que la mente no es una prisión, sino una forja. El aspecto masculino de la mente (pensamiento enfocado, lógica, estructura, voluntad) es como el cincel, mientras que el aspecto femenino (intuición, imaginación, receptividad, emoción) es la arcilla. El cincel por sí solo no tiene sustancia para moldear; la arcilla por sí sola no tiene dirección. Pero cuando ambos se unen, nos convertimos en creadores conscientes.

Este matrimonio interior es la verdadera unión alquímica, el equilibrio sagrado que activa lo que algunos llaman la “Conciencia Crística” o la “Mente del Recuerdo”, la parte de nosotros que sabe que somos divinos, poderosos y uno con el Todo.

En este espacio de unión, la dualidad se disuelve. Ya no estamos fragmentados, sino integrados. El cerebro izquierdo y el cerebro derecho ya no compiten… bailan al unísono. El ego ya no lucha contra el alma… la sirve. Los aspectos latentes de tu mente… tu creatividad, tu intuición telepática, tu percepción agudizada, tu potencial regenerativo… comienzan a despertar porque ya no estás en guerra contigo mismo.

Ahora has sintonizado tu frecuencia con el plan divino que siempre estuvo en tu interior. Y desde este estado de dominio mental, arraigado en el amor, no en el miedo… ya no te limitas a sobrevivir en el sueño de la vida… ¡creas forma lúcidamente desde dentro! Este es el don de recordar… convertirte en un faro viviente no por la fuerza, sino forjado por la armonía interior con un toque de humildad, irradiando una frecuencia tan coherente que ayuda a otros a recordar también. Solo recuerda que todos resonamos con nuestros propios niveles de comprensión y consciencia. ¡Estamos todos juntos en esto! ¡La unidad es nuestro poder! ¡La diversidad es nuestra fuerza!.

Rafa Navarro