Cuéntame Cosicas

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“El aislamiento es el precio que paga un hombre cuando empieza a arreglar su vida.”
Cuando mi padre me dijo esta frase, no la entendí. Hoy, después de caminar por desiertos que no figuran en ningún mapa, sé exactamente a qué se refería. Lo gracioso es que Emilio Duro en una de sus conferencias también habla del tema de una manera muy potente.

Porque cuando decides cambiar, el ruido sobra. Las fiestas sobran. Las personas que solo se acercaban para beber de tu caos, sobran. Arreglar la vida no empieza con sumar… empieza con restar.

Y en ese proceso, lo primero que cae es la falsa compañía. Te encuentras solo, frente a frente contigo mismo. Sin distracciones. Sin pretextos. Sin la muleta de quienes celebraban tu versión rota porque los hacía sentir cómodos.

Ese aislamiento no es castigo. Es crisol.
Ahí arden las máscaras, los personajes, las historias que te contaste para no ver tu verdad.
Ahí mueren relaciones que nunca fueron amor, solo necesidad.
Ahí se forja la fuerza de volver a levantarte desde el silencio, desde la nada, desde la soledad que corta como cuchillo.

El precio es alto, sí. Te vas a sentir incomprendido, incluso traicionado por quienes juraban estar.
Pero cada minuto en esa cueva vale más que años en la falsa compañía de un mundo que aplaude tu autodestrucción.

Al final descubres que ese aislamiento no era soledad. Era renacimiento.
Era la antesala de encontrarte, de reconstruirte, de volver a ti.

Y entonces entiendes lo que mi padre quiso decir:
Arreglar tu vida es perder multitudes… para ganarte a ti.

Ahora la pregunta es:
¿Estás dispuesto a pagar ese precio para volver a ti mismo?

Si al leer esto ya sabes que ha llegado tu momento, no necesitas instrucciones: la vía para hablar conmigo ya la tienes delante.”

Rafa Navarro