Algo cambió estos últimos años… algo mucho más profundo de lo que podamos imaginar: la propia consciencia humana. Conocidos, amigos y familiares se transformaron casi de la noche a la mañana. El miedo se convirtió en su fuerza impulsora. El discernimiento dio paso a la obediencia. Se acabaron las charlas profundas y existenciales, las conversaciones se volvieron predecibles, robóticas, programadas. Fue como si algo externo hubiera secuestrado la esencia misma de sus consciencias.
Algunos pocos percibimos de inmediato, como si una presión invisible intentara forzar nuestras mentes a un estado de consciencia inferior. Es que se ha manipulado y se manipula la consciencia de los seres, no sólo a través de las inoculaciones, también se lo hace a través de las antenas 5G…un estado de estrés crónico, miedo y pensamiento reaccionario. En este estado, las personas se vuelven más susceptibles a la programación, menos capaces de introspección profunda y más propensas a aceptar las narrativas externas sin cuestionarlas. La activación del 5G nunca se trató solo de velocidades de internet más rápidas; fue un experimento planetario de control de la consciencia basado en frecuencias. Ya que en esencia, el cerebro humano es un órgano electroquímico y cada pensamiento, emoción y percepción es el resultado de una actividad eléctrica compleja.
Los campos electromagnéticos externos, especialmente cerca de las antenas 5G, pueden interactuar con esta actividad, alterando los patrones neuronales de forma sutil pero profunda. Hay seres que sin embargo lograron no caer en esa programación. Fueron los que han pasado años cuestionando narrativas, analizando propaganda y reconociendo intenciones ocultas, esos fueron inmunes a este cambio global. Quienes con consciencia despierta, acostumbran a vivir fuera de los dictados de esta sociedad, fueron mucho menos susceptibles a la rápida reconfiguración de la percepción que se produjo con la activación del 5G.
Los que dominan sus emociones son menos fáciles de influenciar por el miedo artificial. Los que comprenden la psicología humana reconocen la manipulación cuando la ven. Son aquellos seres más conscientes: conscientes de sus propias emociones, de las tácticas de manipulación y de las fuerzas superiores en juego. Muchas tradiciones antiguas enseñan que las almas evolucionan a lo largo de múltiples vidas, acumulando sabiduría y una conexión más profunda con estados superiores de consciencia y quienes tratan de aplicar ciertas lecciones espirituales y hacerlas vida son menos propensos a caer en ilusiones. Esto va más allá del intelecto, más allá de la razón, es a nivel del alma que se evade la programación impuesta.
Quienes han desarrollado sus cuerpos energéticos mediante la soledad, el silencio y una profunda autoobservación tienden a vibrar en frecuencias incompatibles con los sistemas de control artificiales. Quienes se mantienen en armonía con las frecuencias naturales, los ritmos cósmicos, experimentan menos perturbaciones de las señales artificiales, una repulsión natural a las frecuencias sintéticas. Estamos presenciando el surgimiento de dos estados de consciencia diferentes: Los integrados al Sistema, que se han fusionado con la red de frecuencias sintéticas: reactivos, impulsados por el miedo, desconectados de su intuición, de su alma… Y quienes se mantienen alineados con la consciencia álmica, intuitivos, creativos, profundamente conscientes de la manipulación. Esta división es la transformación que define este final de ciclo.
@almasevolucion
Rafa Navarro